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Durante los años que transcurrieron mientras avanzaba mi adolescencia, el reino de Castilla gozó de cierta tranquilidad.Los moros habían sido arrinconados por nuestro rey Alfonso VIII más allá de las sierras, a los territorios del sur, donde contaban con la protección del valí de Sevilla, Abu Ishaq. Las batallas más duras se daban en tierras portuguesas, en Santarén. Transcurrió un año sin obispo en la ciudad y mi señor don Bricio acarició la esperanza de ser consagrado con esa dignidad. A decir verdad, nadie dudaba de que el arcediano heredaría el báculo Pero en la Pascua llegó aviso de Roma anunciando que pronto acudiría un nuevo obispo a hacerse cargo de la sede vacante, de nombre don Domingo. Don Bricio asumió la noticia, pero quedó visiblemente marcado por la tristeza.El nuevo prelado hizo entrada en la ciudad en junio.El chico progresaba en sus estudios y en el oficio de la guerra mientras se iba haciendo hombre, Don Bricio era el que ayuda tambien en eso.
Don Bricio tenia casi 50 años y se iba sintiendo viejo, y tenia nostalgia recordaba con pena su juventud.
Como por aquel tiempo le acompañaba el chico a todas partes haciéndole de paje, fui testigo de la petición que le hizo el arcediano al obispo para que le permitiese dedicarse a los menesteres de la caza en su tiempo libre.on Domingo era un hombre del norte, menos guerrero que pastor de almas, para quien las armas y la caza eran asuntos no tan familiares. Cuando don Bricio —a quien su superior apenas le llegaba a la altura del pecho— le preguntó desde su gran altura con toda humildad si podía dedicarse a la cetrería, el prelado le miró con desdén y le contestó:
—Dedicaos a lo que os apetezca, arcediano. A vuestra edad, ¿quién puede prohibiros algo tan libre de culpa?
Cuando salieron le dijo al chico que le dijera la verdad ¿soy un viejo? el chico que no queria oir sus quejas durante dias le dijo que no era un viejo.Ha don bricio se le ilumino el rostro.
Un dia fueron de caza, cazaron a lo que ellos creia que era un jabali pero no era un jabla era una cerda y el duño de la cerda lloraba y suplicaba decia que como se lo decia ahora a su mujer que la ellos la habian criado y encima la cerda esta preñada.El hombre tenia cuatro hijos y una mujer y criaban animales, el chico pues defendio a don bricio para quedar de valiente diciendole que si era suyo pues que no se hubiera alejado de el, don bricio le pregunto que cuanto costaba pero el chico no queria que le diera nada porque le estaba engañando el hombre dijo que 10.000 y Don Bricio le dijo que le daba 15.000 pero el chico no queria y don bricio le dijo que se callase y que si el tenia envidia, todo el dia se estuvieron mofando del chico por quererse hacerse el valiente. Y el chico todavia estaba molesto en la cena hasta que le dijo don bricio que se alegrara y que buscara el lado bueno a las cosas.
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