martes, 2 de diciembre de 2014

navegacion oceanica

Cuando hablamos de navegación transoceánica antes de la aparición del motor nos viene la imagen de grandes galeones con varios mástiles, grandes velas y varias cubiertas, o como mínimo de embarcaciones con una borda alta para evitar la entrada del agua provocada por el oleaje. Pero esa no es la única visión posible. Antes de que Colón llegara a América a través del Atlántico con sus tres celebres naves adaptadas al océano, los polinesios ya recorrían grandes distancias a través del Pacífico en… ¡¡ canoas de remos !!.
Los antepasados de los actuales habitantes de las islas del Pacífico Sur procedían de Asia y migraron a través del mar saltando de isla en isla hasta llegar a colonizar Nueva Zelanda, Hawái y la Isla de Pascua por nombrar los extremos más alejados. Algunas de las islas colonizadas están separadas entre si por miles de kilómetros de mar abierto. Hawái fue colonizada por habitantes de las Islas Marquesas, situadas a 3600 km de distancia, que llevaron consigo a cerdos, perros, gallinas y varios tipos de plantas. No disponían de instrumentos de navegación ni ninguna embarcación remotamente parecida a las usadas por Colón siglos después. Como lo lograron ?.
Tres embarcaciones, Pinta, Niña y Santa María; un presupuesto de unos dos millones de maravedises; y alrededor de 90 hombres, reclutados con la ayuda inestimable de los hermanos Martín Alonso y Vicente Yáñez Pinzón, formaron la flota descubridora más trascendental de la historia. El 2 de agosto de 1492, Cristóbal Colón mandó embarcar a toda su gente, y al día siguiente, antes de salir el sol, dejaba el puerto de Palos de la Frontera.
La primera escala fueron las islas Canarias, donde los expedicionarios tuvieron que arreglar el timón de la Pinta. El 6 de septiembre, con los alisios ventando a favor, Colón marcó rumbo al Oeste. Comenzaba la gran travesía. Su objetivo era el Cipango, y advirtió a la tripulación que nadie se inquietase hasta haber navegado 700 leguas. A partir de esa distancia, no habría que navegar por la noche. Por si fallaba algo, sin embargo, decidió llevar dos cuentas sobre las distancias recorridas: una secreta o verdadera (sólo para él), y otra pública o falsa, en la que contaría de menos







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